Ecos del Amor Eterno

Oh Venus, diosa del amor radiante,
que en el cielo gobiernas constante,
mide con tus suaves manos los deseos
que brotan del corazón en sus juegos sinceros.

Hoy, invoco tu favor en mi canto,
para que el mundo conozca el encanto
de amar con todo el alma y la piel,
sin temor ni vergüenza, con la fe fiel.

Dorisa, mi musa de dulce mirada,
escucha mi voz apasionada,
pues estos versos te llevan mi sentir,
mi amor eterno que no sabe mentir.

Que no tema tu corazón puro y bello,
pues no hay en estos versos atisbo de sello
oscuro, sino el brillo sincero
de un amor que nace del alma entero.

Oh amor, que en cadenas de pasión nos envuelve,
dejemos que el destino en su curso resuelva,
y que los lazos de los amantes
sean más fuertes que el tiempo constante.

Si el mundo pudiera ver lo que siento,
quizá entendería el dulce tormento
de amar sin medida, sin razón,
como las estrellas aman al sol en su unión.

Dorisa, eres mi sol, mi luna, mi vida,
y en cada verso te llevo escondida,
pues solo contigo el amor es eterno,
y en ti encuentro mi paraíso moderno.

Así, cierro mis ojos y te pienso,
en cada palabra, en cada verso intenso,
pues el amor que por ti profeso,
es un canto sagrado, divino y expreso.

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